sábado, 6 de junio de 2020

UN SONETO DE J.R. QUINTÁNS



SOLEDAD

Cogido de la mano con mi alma,
me adentré en lo profundo de lo humano,
y allí oí que me llamaba hermano,
un pobre que pedía amor y calma.

Florecía en su mirada la esperanza,
que el Tiempo lo tapase con su manto.
La voz entrecortada de su llanto,
me hizo ver una luz en lontananza.

Su enferma faz de soledad mostraba,
en la flor de sus ojos el letargo,
de aquel tiempo que nunca se acababa.

Y mi sueño, al fin pudo saberlo,
me decía. "No hay cosa tan dañada
que Dios o Tierra no puedan repararlo". 

J.R. QUINTÁNS


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